Lo Apofático por Luis P. Molano

Lo Apofático por Luis P. Molano

Ciertamente, la ética no necesita para nada de la religión; y el ateísmo se presenta como una saludable catarsis. Pero uno tiene sentimiento del misterio -uno tiene “oído” para la trascendencia- y sí, uno se define como un agnóstico que profesa una teoría apofática. Es el camino a explorar.

Salvador Pániker.

La inmensa mayoría de la gente, ha oscilado entre la fe y el ateísmo en diferentes momentos de su vida. Quienes han optado finalmente por la fe, no están exentos de la duda. Un monje cisterciense del Monasterio de Oseira me contaba cómo su fe sólida flaqueaba en ocasiones y me decía que para él la fe no era algo del todo monolítico e inamovible, sino algo un tanto fluctuante, en función de muchas variables que tenían que ver  -entre otras cosas-  con las circunstancias vitales.

portada-lateral-de-la-iglesia-de-Santo-Tome-en-Limia.
Portada lateral de la iglesia de Santo Tomé, en Limia.

Hay mucha gente también que ha optado por el ateísmo en no pocas ocasiones, no tanto por una convicción suficientemente razonada, sino  -entre otras cosas-  como un mecanismo de defensa a la desazón existencial que produce la duda o por una reacción un tanto automática al fariseísmo que percibe en la religión. Ateísmo que, como la fe, puede también tener un itinerario fluctuante, porque  -por ejemplo-  ¿qué ateo no ha recurrido en algún momento  -por fugaz que este haya sido-  a la posibilidad de la existencia de “Dios”?

Una tercera vía de reacción ante el gran enigma existencial, es el agnosticismo : una actitud  -a mi juicio-  sensata ante la incomprensibilidad de nuestra existencia en el inabarcable Cosmos en que nos hallamos.

A mi juicio, sin embargo, hay una “cuarta vía” que podría servir de “tabla de salvación” para muchos: es la vía apofática, que es  -como tan acertadamente dice Pániker-  un agnosticismo “con oído para la trascendencia” ; es decir, con una especie de “cuasi-fe” en la existencia de ese ser trascendente que llamamos Dios. La actitud apofática, pues, parte del hecho de nuestra absoluta imposibilidad de conocer  -caso de existir-  a Dios, pero incluye una sólida sospecha de que existe, aunque no podemos saber con la razón cómo es. Ya lo decía  -en la única gran verdad que contiene, en mi opinión, toda la Teología-  S. Agustín : “la idea de Dios, es demasiado inteligible y, por tanto, si se comprende a Dios, es que no se trata de Dios”. 

Nosotros, Humanidad, existimos desde hace apenas un brevísimo instante del transcurso del tiempo de Lo Existente : ¿no es lógico pensar que nuestra idea de Dios es algo, aún, del todo “infantil” en comparación con lo que realmente  -si existe-  será? ¿No es lógico que  -aunque en nuestro antropocentrismo creamos lo contrario-  pudiéramos ser seres como peces en una diminuta pecera a quienes les resulta del todo imposible conocer qué hay tras sus límites cristalinos? Seamos humildes, pues : confesémonos nuestras limitaciones. Admitamos que las religiones, en realidad, son escapismos infantiles ; escapismos que, además, siempre han sido instrumentalizados en beneficio de quienes han sabido aprovecharse espuriamente de ellos. 

devellabella_primera-imagen-captada-por-el-telescopio-James-Webb

Primera imagen captada por el telescopio James Webb

Desesperación, necesidad de transcendencia para intentar escapar de la angustia existencial, que se ha manipulado egoístamente  -y se sigue haciendo-  por muchos: en determinados casos, hasta convertir la religión en la Norma Suprema que rige a las comunidades donde impera, por encima  -incluso-  de los Derechos Humanos.

La vía apofática, es ante todo  -a mi juicio-  una vía interior, del todo intransferible. No buscamos, en este caso, a través de la razón, a ningún Dios definido; ni tampoco  -al menos, en mi caso-  la transmisión de nuestros posibles “descubrimientos”. Lo buscamos de la única manera posible: lo vivencial, el vislumbre propio y, si queremos, de eso que los orientales llaman “iluminación”. Dicho de una manera más concreta y más sencilla : hay una búsqueda personal ; una indagación, siempre serena, contemplativa, escrutadora, intentando encontrar en la Naturaleza (entendida en el sentido spinoziano) indicios  -o, como se dice vulgarmente ahora-  “señales” de que “hay algo grande, verdaderamente Grande” que nos transciende, que se oculta detrás de las nubes, de las estrellas que lucen desde lo más alto del inacabable firmamento del que apenas si podemos atisbar sus tenues brillos de faros salvadores frente al nihilismo. Indicios que, aunque de manera imprecisa, nos anuncian la posibilidad de estar ad altare Dei de ese Deus absconditus que tanto anhelamos.
Te animo pues, apreciado lector  -si acaso te hallas un poco perdido-  a explorar la vía apofática.

Termino con otra cita de S. Pániker, de sus “Ensayos retroprogresivos” :

“Desaparece la ficción de los objetos separados. La mecánica cuántica (violación de las desigualdades de Bell) parece implicar que las mal llamadas “partículas” del universo están en contacto permanente, incluso cuando no hay entre ellas relación de causalidad alguna. Se trata de una influencia inmanente, omnipresente, que viola los presupuestos de Einstein y que parece implicar -en palabras de Bernard Espagnat- que el universo constituye un todo indivisible. Que “todos somos uno”. Que los conceptos de materia, espacio y tiempo se desvanecen al llegar a un determinado nivel. Que todo está, de alguna manera, “vivo”. Mente y materia -dice Fritjof Capra- aparecen como dos aspectos de un mismo fenómeno”.

 LUIS P. MOLANO. 25/09/2024

Luis Palomo Molano

Luis Palomo Molano

Breve semblanza.
Luis Palomo Molano. Nací en Plasencia (Cáceres), estudié Psicología en la Universidad Autónoma de Madrid y me especialicé en Psicología Clínica en la E. de Psicología y Psicotecnia de la Universidad Complutense de Madrid.
Muy interesado en la temática psicosocial -dada la estrecha relación entre lo individual y lo social- y las desigualdades, realicé un Máster de Gerencia de Servicios Sociales en la Universidad de Extremadura de dos cursos académicos, además de otra variada formación en el mismo ámbito.
Mi actividad laboral ha sido diversa : deficiencia mental en INSERSO (hoy, competencias ya transferidas a las comunidades autónomas) ; marginación social, en CÁRITAS, ALDEAS INFANTILES SOS (en la Aldea del barrio tinerfeño de El Tablero), etc. ; dirección de programas formativos y laborales de Atención Sociosanitaria a personas dependientes en el ámbito privado e institucional, Inadaptación de Menores, etc. ; Psicología Clínica, etc. Mi principal ámbito laboral, ha sido el de los Servicios Sociales, particularmente en programas de Familia e Infancia y en Dependencia.
Durante un tiempo, colaboré con los diarios regionales “Hoy” y “Extremadura”, como articulista sobre temas básicamente profesionales, referidos -en general- a la Comunidad Autónoma Extremeña.
Luis. 11/10/2022

Navajito

máis artigos

♥♥♥ síguenos ♥♥♥

O meu mar por Teresa Melo

O meu mar por Teresa Melo

 O MEU MAR

Os meus olhos mergulham no azul profundo do mar;
Fremente de espuma rendada, em flor,
Que acaricia as suaves ondas,
Num egrégio festim de esplendor marinho.
As algas, em silenciosa dança, entrelaçam-se;
Namorando os tímidos raios de sol,
Que, em fios de ouro, bordam o horizonte;
Encandeiam o majestoso manto azul.
A praia veste-se de luz diáfana,
E sussurra à noite, pedindo-lhe o vento,
Para com ele rodopiar no ar…
Ao som da melodia serena das ondas,
Num bailado eterno até a madrugada tocar.
As gaivotas, cúmplices do encanto, regressam ao areal;
Lançando ao vento o seu grito de liberdade,
Que avisa as estrelas, apressando o seu cintilar,
Enquanto a noite, em segredo, culmina numa harmonia perfeita.
O raiar do dia anuncia o desvanecer da festa;
Descansa o mistério nos braços da alvorada,
Mas, ao partir, promete:
Voltará para que os meus olhos, de novo, mergulhem no mar!

          Pintura e poema de Teresa Melo

María Teresa Van Caennemberg de Oliveira Melo

María Teresa Van Caennemberg de Oliveira Melo

Nascida em 05/12/1958 em São João da Madeira onde viveu até 1973.

Nesse ano trocou a vida pacata da vila pelo rebuliço da garbosa cidade do Porto onde concluiu os estudos na área de Turismo, profissão que abraçou apaixonadamente até 2008.

Seus pais sempre lhe incutiram a importância da leitura, narração de histórias e viagens como pilar do ensino-aprendizagem que a levaram a escrever textos e poemas desde adolescência.

Sua paixão pela Arte tenta conciliar a pintura e a escrita.

Em 2020 participou na Colectânea Raia Luso Espanhola a convite da poetisa e amiga Graça Foles Amiguinho.

Em 2021, participou na Colectânea Cultura Sem Fronteiras.

” Acredito que a Arte é a alma da Sociedade”

O meu confidente

máis artigos

♥♥♥ síguenos ♥♥♥

Lévame por Pilar Braga Crespo

Lévame por Pilar Braga Crespo

Aparta loureiro verde

deixa clarexar a lúa (bis)

que estou no medio do mar-e

non veño cousa ningunha (bis)

Retrouso

Lévame, lévame, lévame

lévame a beira do mar

lévame o meu queridiño

que eu quero navegar (bis)

na beira do mar hai moito que ver

baila a miña maruxa si

baila na punta do pé (bis)

baila na palma da mán

baila a miña Maruxa si

baila se queres bailar

Tráeme vento do mar-e

tráeme ventiño mareiro

Tráeme vento do mar-e

novas do meu mariñeiro bis

Retrouso

Miña lanchiña de vela

Miña remolqueadora bis

Fixéche-la cama fóra

onde vas durmir aghora?

Retrouso

Pilar Braga Crespo

Pilar Braga Crespo

Pilar, mestra xubilada e ocupada

Historia de vida

Muiñeira de Zanfoga

Polca de Santa Sabina

máis artigos

♥♥♥ síguenos ♥♥♥

OS CRAVOS DE ABRIL por Graça Foles

OS CRAVOS DE ABRIL por Graça Foles

OS CRAVOS DE ABRIL

 Em Memória de CELESTE CAEIRO

 Celeste Caeiro nasceu a 2 de Maio de 1933 na antiga freguesia do Socorro, em Lisboa. Filha de mãe galega, era a mais nova de três irmãos e quase não conheceu o pai, que os abandonou.

Tinha família na Amareleja, que nos anos finais do Estado Novo era considerada “a aldeia mais vermelha de Portugal”.

Em 1974 Celeste Caeiro tinha 40 anos e vivia num quarto que alugara no Chiado, tendo a seu cargo a mãe e uma filha, sem a ajuda do antigo companheiro que a deixara.

 Trabalhava na limpeza de um restaurante de self-service chamado “Sir”, no edifício Franjinhas da Rua Braamcamp, em Lisboa.

O restaurante, inaugurado a 25 de Abril de 1973, fazia um ano de abertura nesse dia glorioso de 25 de Abril de 1974,  em que se restaurou a Liberdade em Portugal.

A gerência planeava oferecer cravos às senhoras clientes, e um cálice do famoso vinho do Porto, aos cavalheiros.

Celeste

Nesse dia, todavia, como estava a decorrer um “golpe de estado”, na capital, o restaurante não abriu.

A gerente disse aos funcionários para voltarem para casa, e deu- lhes os cravos para levarem consigo, já que não poderiam ser distribuídos pelas clientes.

Cada um levou um molho de cravos vermelhos e brancos que se encontravam no armazém.

Ao regressar a casa, Celeste apanhou o metro para o Rossio e dirigiu-se ao Chiado, onde se deparou imediatamente com os tanques dos Capitães revolucionários.

Aproximando-se de um dos tanques, perguntou o que se passava.

Um soldado respondeu-lhe:

“Nós vamos para o Carmo para deter Marcelo Caetano. Isto é uma revolução!”.

O soldado pediu-lhe, ainda, um cigarro.

Celeste não tinha nenhum, pois não fumava. Manifestou desejo de querer comprar qualquer coisa para ele comer.

Celeste dos cravos

Mas, as lojas estavam todas fechadas.

Assim, deu-lhe a única coisa que tinha para dar; um cravo do molho, dizendo:

 “Se quiser, tome! Um cravo oferece-se a qualquer pessoa”.

O soldado aceitou e pôs a flor no cano da espingarda.

Celeste foi dando cravos aos soldados que ia encontrando, desde o Chiado até ao pé da Igreja dos Mártires.

Depois deste seu gesto, Celeste foi chamada, ”Celeste dos cravos”.

A 25 de agosto de 1988 perdeu todos os seus pertences quando o apartamento que alugou no edifício dos Armazéns do Chiado foi destruído por um grande incêndio na zona.

 Morou com uma pensão de 370 euros, numa pequena casa, a poucos metros da Avenida da Liberdade, pobremente.

Celeste morreu o dia 15 de novembro de 2024, com 91 anos.

Merece o nosso carinho e o respeito do Portugal Democrático que nunca lhe agradeceu a “REVOLUÇÃO DOS CRAVOS”, a que deu o nome. Paz à sua alma!

Graça Foles Amiguinho

Graça Foles Amiguinho

Colaboradora Portuguesa

“Son Maria de Graça Foles Amiguinho Barros. Vivo en Vila nova de Gaia, pero nascín no Alentejo, nunha aldeia pequena chamada A Flor do Alto Alentejo.

Estudei en Elva. Fiz maxisterio en Portoalegre. Minha vida foi adicada ao ensino durante 32 anos, aos meus alumnos ensineilles a amar as letras, o país, as artes e a cultura. 

Meu começo coa poesia aconteceu de xeito dramático cando partin os dous braços, en 2004 comecei a escribir poesia compulsivamente, en 2005 xa tiña o primero libro editado  O meu sentir…”

Vamos ao baile da Pinha

máis artigos

♥♥♥ síguenos ♥♥♥

A Bisavoa por Manolo Gulías Márquez

A Bisavoa por Manolo Gulías Márquez

A Bisavoa

Manolo Gulías Márquez

DÉCIMO CONTO:DÍA DOS SANTOS ALEIXO, XACINTO E CARLOTA

A BISAVOA

       Xovita, muller de forte carácter, viña moitas veces contratada á miña casa para botar unha man cando as labores do campo eran máis intensas ou penosas. Era boa traballadora, miña nai sempre a chamaba a ela se precisaba da axuda de algún xornaleiro.

Nestes casos, Xovita “A Cabala”, comía e ceaba con nós na nosa casa, coma se fora un máis da familia. Mais Xovita tiña un par de defectos que todos lle coñeciamos: era algo peideira e bastante mentireira.

Por eses días andaba eu na lectura dun libro escrito polo mestre da ciencia-ficción Isaac Asimov. O escritor norteamericano resultaba un neno comparando a súa imaxinación coa que a vella Xovita tiña cando relataba contos de tempos pasados ou historias que inventaba e que a súa cabeza situaba na realidade.

Xa pola noite, ceados, sentada detrás da cociña –o tempo estaba moi desapracible-, Xovita “A Cabala” contou unha historia na que é indubidabel que fantaseaba máis có autor estadounidense, pero dixo que así como o contaba así acontecera sendo ela pouco máis ca unha rapaza.

“A Cabala” –alcume posto debido ós poderosos dentes que tiña, non porque rinchara-, vivía en Espindo, pequena aldea da parroquia de San Martiño de Forcarei, no concello do mesmo nome. Alí ocorreu a historia que relatou, despois de darlle o último grolo á taza de viño tinto que lle meteu ó peito puxando pola comida.

Xovita, nos seus tempos debera ser boa moza, aínda de vella se lle adiviñaba que tivera un bo corpo.

Sendo mociña, digamos que estando en idade casadeira, tivo que ir un día ata o río, ía ó muíño da Chousa, que compartían a súa familia con outras seis daquela zona –cada familia tiña dereito a moer un día a semana-. Levaba ó lombo un saco, non moi grande, cheo de gran de millo para facer fariña co fin de logo poder fabricar no forno da casa os moletes e as bolas de pan que se consumirían nos próximos días.

Entre estas sete familias, que se turnaban na labor de moer no chamado muíño da Chousa, pagaban a un home co que quedaban citados –case sempre á mesma hora-, que se dedicaba á conservación do muíño e a facer as labores da moenda; diremos que este home era o muiñeiro. O pago era a maquía, unha parte do gran ou da fariña obtida, segundo el se decidira por un producto ou polo outro.

O día sinalado, o día no cal Xovita levou o saco de millo a pasar pola moa, ocorreu algo inusual. O muiñeiro non estaba esperando a pesar de quedar citados para aquela hora como sempre quedaban.

A tarde presentábase moi xeitosa. O sol perforaba o ceo cos seus raios dando unha calor moi agarimosa. Estaba un día precioso. Xovita despois de deixar no pousadoiro o saco cheo co gran, sentouse a tomar a raxeira á beira do regueiro que surtía de auga ó muíño e que pouco despois iría entroncar co río Lérez para aumentarlle o caudal do líquido que levaba cara o mar.

Así relaxada esperaría a chegada do muiñeiro. Ese día non tiña moita présa, pensaba esperar a que a fariña estivera feita para non ter que facer viaxes en baleiro.

-Xovitiña… Xovitiña… –sentiu que alguén chamaba por ela.

muiño

Como o muiño da Chousa

Sorprendida, volteou a cabeza para onde lle pareceu que soaba aquela voz, pero non alcanzou a ver a ninguén. Non estaba  segura de se oíra chamar por ela ou se esas voces estaban dentro da súa cabeza.

-Xovita… Xovitiña…

Sen moita convicción revirou outra vez a cabeza. Aquela voz, a pesar de soar bastante distorsionada polo ruxido da auga que levaba o regato, pareceulle coñecida, pero tampouco nesa ocasión veu a persoa ningunha.

Decidida a saber se había alguén que estaba xogando ó escondite con ela –a rapaza tiña un forte carácter-, preguntou:

-¿Quen é o que me está chamando? Sae dunha vez do teu escondite, porque se non o fas e te collo valo pasar mal… heite de escarmentar de maneira que non lle intentes tomar nunca máis o pelo a ninguén…

No momento de ela facer a pregunta seguida da ameaza de escarmentar ó bromista, cruzando a pequena pontella case tapada pola construcción do muíño, viña engorde camiñando súa bisavoa.

-Xovitiña, son eu miña nena…

-Pero avoíña ¿qué fas ti aquí? ¿como é que te levantaches do leito coa gripe que tes en riba? Non deberías saír da cama e moito menos aínda botar o pé fóra da casa muller…

-¡Bo! Xa non aguantaba máis tempo deitada. Saín tan só a dar un paseíño por ver se te atopaba miña nena…

-Pero avoíña, ti non estás ben, chámaslle dar un paseo pequeno a andar media legua dende a casa. Non deberías facer isto, pódeche ir mal e empeorar ¿ti non ves que aquí hai moita humidade?

-Non tes que preocuparte por iso, estou moi ben. Só viña para verte e falar un chisco contigo, pero agora que te vin e xa falei, para que non te preocupes, marcho contenta de volta sen enredar máis.

A bisavoa de Xovita “A Cabala”, dou a volta e cruzou a pontella cara o outro lado collendo dirección para a casa. A vella levaba a mesma présa que podería levar se fora para lado ningún.

-Xovita, Xovita…

O muiñeiro, se ben de xeito suave, tivo que espertala. A moza quedárase placidamente durmida ó sol, coa cabeza matinando, apoiada no saco do gran de millo.

-¿Imos moer o millo ou queres seguir durmindo? ¡Hai esta xuventude..! ¡Mala chispa…! ¡A ansia non vos deixa descansar…!

-Iremos, iremos. Quedeime un pouco durmida esperando por vostede.

O muiñeiro, xa entrado en anos, era persoa seria. O atraso en chegar ó muíño fora por unha causa allea á súa vontade, circunstancia que a calquera lle pode pasar.

O muiñeiro, o señor Manuel, coñecíase en toda a comarca polos curiosos mostachos que el orgulloso lucía. Eran uns considerables cornos de pelo coas guías retorcidas, sobresaíndo como se das velas dun barco se tratara por riba da cachimba que inseparablemente levaba colgada dos beizos.

“A Cabala” e o señor Manuel fixeron a moenda mentres se entretiñan contando contos. El colleu a maquía que lle correspondía e a Xovita meteulle a fariña que lle restaba no saco no que trouxera o gran.

-Ata a semana logo, Xovita –despediuse o muiñeiro.

-Ata a semana señor Manuel, e non me falle como fixo hoxe… –Xovita nunca tivo papas na boca.

-Cala muller, nin que fora o demo…

Aínda o muiñeiro estaba cun ramallo na man varrendo algo da fariña estrada polo chan, que el aproveitaba ben aproveitada logo do reparto, cando xa a moza Xovita voaba cara a casa. Estaba preocupada, ía para a casa con bastante retraso, a tardanza do muiñeiro fixera que o tempo se lle botara enriba, tamén estaba preocupada por se á bisavoa lle pasara algo no camiño de volta.

Chegando á casa non podía correr xa moito, estaba sen alento, o saco pesaba ben máis ca cando saíra de onda o río.

Sen folgos, só chegar á entrada da porta, berrou por súa nai:

-¡Mamá! ¡Mamá! ¿Onde estás?

Oíndo aqueles berros, a nai, asustada, apareceu de contado onda ela.

-¿Que che ocorre, miña nena? –pensou que a rapaza se mancara.

-Non me pasa nada mamá… Cavilaba que como tardei tanto tempo en volver do muíño, o mesmo estabas preocupada por min… veño suando…

-Non mulleriña non, non te preocupes, estaba tranquila, pero si, estrañoume algo que tardaras tanto. ¿Atopácheste con alguén no camiño ou que?

-Era o que che quería contar e non me deixaches. Cando cheguei ó muíño, o señor Manuel non se atopaba alí e tiven que esperar un pouco. Nese tempo chegou alí a bisavoa e estiven conversando con ela un momentiño. Agora, ó rematar de moer, vin rápido por se lle pasara algo polo camiño. Por certo ¿como a deixaches saír da casa?…

-Pero criaturiña, ¿como ías falar coa bisavoa se está na cama? Veulle o médico e non lle apartou pé en toda a tarde. Aínda agora está con ela.

Daquela nas escaleiras que baixaban do primeiro andar oíronse pasos.

Era o médico que nese preciso momento saía da habitación da vella. O galeno viña dándolle á cabeza.

-Síntoo moito… A señora Carme acaba de falecer…

A vella Xovita, “A Cabala”, di que o espírito de súa bisavoa, estando a vella agonizante, fora ó muíño da Chousa a despedirse dela…

Ninguén se atreve a contradicila.

Manolo Gulias Márquez

Manolo Gulias Márquez

Docente

Xosé Manuel Gulías Márquez naceu en Pontevedra en 1952, pero foi bautizado en Forcarei de onde eran seus pais. En 1983 aprobou as oposicións por ciencias logo fixo a especialidade de galego e daba as clases nesa lingua. O seu último destino levouno ao instituto onde estudou, é dicir ao Valle Inclán, non podía estar máis feliz xa que despois de case 20 anos non tivo que volver coller o coche. Neste instituto estivo 18 anos ata que con 65 xubilouse, porque xa tiña o tempo de servizo e xa tocaba. Colabora con nós relatando as súas viaxes.

Historia de vida

Xan Pirolán

O gato e o rato

máis artigos

Lo Apofático por Luis P. Molano

O meu mar por Teresa Melo

Lévame por Pilar Braga Crespo

Granizado de limón por Ana Santos

♥♥♥ síguenos ♥♥♥