Huevos… de codorniz por Juanjosé Guirado

Huevos… de codorniz por Juanjosé Guirado

Nuestro tiempo está lleno de ruido. Voces discordantes superpuestas se renuevan sin cesar, dejando apenas poso en la memoria. El entendimiento ofuscado salta de rama en rama sin detenerse. Recuerdos perdidos en la niebla no se transmitirán ya a las futuras generaciones, de ahí la importancia de cultivar la memoria histórica: contra los interesados en olvidar hay que regarla para que no se marchite.

A diferencia de este tiempo nuestro, la dictadura de Franco era un tiempo de silencio para muchas voces, aunque en ella se oyera potente el coro unánime de sus entusiastas, que cultivaban una fantasiosa y adulterada memoria del pasado; aquel pasado glorioso al que los enemigos de la Patria habían querido sepultar y que renacía exultante.

En sus primeros tiempos la sola sospecha de no comulgar con el golpe militar podía costar la vida. El pavor enmudecía e “imponía el entusiasmo”. En los años siguientes fue aflorando algún tipo de crítica, válvula de escape bajo control para las presiones sociales sofocadas. Los mismos partidarios del régimen se sintieron libres para discrepar en asuntos no fundamentales. Sus distintas tendencias, agrupadas a golpe de decreto, distaban de formar un bloque homogéneo, y en la misma prensa del Movimiento aprendimos a leer entre líneas, buscando en esa lectura segundas intenciones, a veces ausentes.

El humor fue uno de los mecanismos que permitían soportar aquello. Hasta los más franquistas contaban chistes de Franco, demostrando así ser cínicamente conscientes de las monstruosidades de la dictadura. Estos chistes circulaban de boca a oreja y en privado. El humor publicable no podía tocar a la figura del dictador. Pero por otro lado, solo envuelta en humor podía ocultarse cualquier voz crítica. De ahí el éxito de una revista como La Codorniz, y también su declive cuando pasó su tiempo y surgieron publicaciones mucho más descaradas.

la codorniz numero 1

1°número de La Codorniz. 8 de junio de 1941

En el absurdo y el surrealismo de La Codorniz se ocultaban, o eso parecía, agudas críticas. Las había futbolísticas, literarias o taurinas, pero contra las autoridades apenas se podía ir más allá de una discreta crítica municipal.

Pero aun quedándose dentro de lo entonces tolerable, la revista sufría secuestros, suspensiones y multas cada vez que la autoridad gubernativa consideraba que se pasaba de la raya. Se diría que había un juego calculado del gato y el ratón. Esta circunstancia motivó que se le atribuyeran contenidos difícilmente comprobables, dando lugar a leyendas urbanas sobre portadas y chistes seguramente inventados. Creo recordar nebulosamente (era yo muy niño, ¿será un falso recuerdouna reconstrucción posterior?) la portada en la que un guardia urbano de aquellos de casco blanco y abrigo largo detenía el tráfico al grito de ¡Alto, socavones! Se podía interpretar como una crítica al mal estado del pavimento madrileño o como una protesta por la agresión norteamericana en Corea. Si non è vero è ben trovato…

Recuerdo algunas secciones de aquella revista cuyos títulos dejan ver esta crítica incipiente e inocente (¿inocua?), tolerada como vacuna contra una rebeldía más eficaz: Crítica de la Vida, La Cárcel de Papel, La Comisaría de Papel, Medalla a las Birrias Artes, Deportes hasta en la sopa, El dedo en la llaga, Donde no hay publicidad resplandece la verdad, Vámonos al cuerno…

La Cárcel de Papel corría a cargo de Evaristo Acevedo. Era algo así como el editorial de cada número, y por eso nunca llevó su firma, porque como él decía “nunca se firman los editoriales”. Solía criticar gazapos aparecidos en los periódicos, aunque a veces profundizaba más en cuestiones ideológicas, y así al disgusto de la prensa del régimen por los logros soviéticos en los comienzos de la carrera espacial contraponía su júbilo ante los progresos de la ciencia.

La sección tenía un solemne tono jurídico, lleno de considerandos y resultandos, y remataba con el fallo del tribunal. Como ejemplo recuerdo la condena a un lacrimógeno escritor, al que mencionaba como “de profesión sus alegrías”:

“Fallamos y condenamos a (…) a la pena de siete días y una hora de cárcel de papel de esta villa, donde excepcionalmente le serán leídas esquelas para que se divierta”

Para delitos menores los detenidos solo pasaban por la comisaría de papel, y su estancia allí remataba así:

“Leídas que fueron las acusaciones a los detenidos, se les puso seguidamente en libertad, toda vez que siendo sus delitos de menor cuantía no era procedente su paso a mayores y más severos organismos”

Otra sección memorable era el Papelín General, parodia muy aguda del Boletín Oficial del Estado, cuyo farragoso estilo caricaturizaba legislando sobre cuestiones nimias con referencias veladas a decretazos de actualidad.

Las hemerotecas digitales son una veta inagotable para excavar aquellos tiempos de doble o triple lectura. Queda en ellas patente “lo que se dice, lo que no se dice y cómo se dice lo que se dice”. Echo de menos en internet un acceso a aquella revista como el que existe para otras publicaciones. Un investigador hallaría allí verdaderos tesoros.

“No se puede ser feliz sin leer La Codorniz”, era el lema que declaraba el humor blanco de sus comienzos. Algo más explícita fue luego autodefiniéndose como “la revista más audaz para el lector más inteligente”: no cabía otra explicación. Más adelante, su sucesor Hermano Lobo, este sí digitalizado, lo haría como “semanario de humor dentro de lo que cabe”, que ya era algo más.

Fuera ya de la excusa humorística, terminaba cada número con la sección Tiemble después de haber reído. ¿Qué sentido tenía incluir relatos inquietantes o directamente terroríficos en sus últimas páginas? Responderé con otra pregunta ¿Por qué a veces el sufrimiento, el pánico o el dolor desembocan en carcajadas?

Mientras que la convivencia de géneros es, habitualmente, una práctica fructífera de mutualismo que mejora el resultado individual, en el caso del acercamiento de humor al terror se puede producir un efecto similar al del agua con el fuego: la risa apaga la necesaria tensión que exige un buen momento de miedo, de forma que la relación pasa a un parasitismo letal que fagocita por completo el horror en beneficio de la sátira como vencedor absoluto del impuesto matrimonio… 

Sin embargo, existe una última opción: que la risa deje espacio para una reflexión amarga. Ese ejercicio genérico que toma forma definida en el humor negro”, esa práctica que combina la crueldad más exagerada con la risa con el fin de promover una feroz reflexión sobre la propia naturaleza del ser humano y sus miserias. Quizás, la mejor expresión que define esta particular mezcla de géneros es el título de una de las secciones más recordadas del semanario satírico español La Codorniz, un espacio para el cuento corto que el director la publicación, Álvaro de Laiglesia, bautizó como Tiemble después de haber reído y fue firmada casi siempre por el escritor Rafael Castellano. En ella, cada relato desarrollaba con evidente humor un hecho cotidiano que, poco a poco, iba rotando en su intención para dejar en el lector un poso que terminaba siendo angustioso en tanto reconocimiento del horror que las situaciones cercanas al lector escondían. De alguna manera, el humor se convertía en el continente atractivo y dulce, en un precioso bombón que morder sin prejuicios para encontrar dentro un contenido amargo y difícil.

Otros autores pasaron por esta sección, como el italiano Dino Segre, Pitigrilli. Nihilista y escéptico, como el también italiano Mario Mariani. Ambos eran producto de un tiempo abrumador que vuelve y no acaba de pasar. Náufragos ambos, como la revista, en el mar angustioso del fascismo, agarrados a su trágica lucidez como tabla de salvación.

Aquí dejo una enlace a algunos de los textos serios de Castellano, en una revista más seria de lo que aparentaba, y esta apostilla:

“Si ustedes han leído y leen La Codorniz, y debemos suponer que sí, puesto que ustedes son inteligentes, verán que los “tiemble” vienen al final, para hacer bueno aquello que después de haber reído vienen los temblores”

Juanjosé Guirado

Juanjosé Guirado

Arquitecto

Juan José Guirado Fernández, sevillano de nacemento (Écija 1946) e pontevedrés de adopción, tras rematar os seus estudos de arquitectura desenvolveu a maior parte do seu traballo como arquitecto en Pontevedra, traballo que, por circunstancias da vida, foi abandonando para dedicarse ao ensino, comezando por unha substitución no IES Concepción Arenal de Ferrol e aprobando posteriormente as oposicións a profesor de debuxo, profesión que exerceu en Pontevedra durante sete anos, seis deles no IES Valle Inclán.
Despois de rematar a súa tese doutoral, acabou na Escola de Enxeñería Industrial de Vigo, no Departamento de Deseño, no que traballou ata a súa xubilación hai agora sete anos. Ao longo dese tempo participou en diversos congresos e cursos dentro e fóra de España e realizou estudos sobre xeografía, historia, antropoloxía, filoloxía e literatura.
Desde hai dez anos escribe puntualmente no seu blog esencial o menos sobre estas e outras materias. Ademais da súa tese é autor de tres libros sobre xeometría e deseño.

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Os paxaros por Jose Solla Casqueiro

Os paxaros por Jose Solla Casqueiro

por Jose Solla

Os paxaros

Título: Os paxaros

Os paxaros

como falcós feridos

buscan os seus niños

entre a liberdade …..

 Tino Casal (Cantante)

 

Jose Solla Casqueiro

Jose Solla Casqueiro

Fotógrafo

Jose Solla Casqueiro naceu en Pontevedra no ano 1962, encántalle a fotografía artística, conceptual, minimalista, a actividade física e as viaxes, é un aventureiro incansable.

É profesor de Educación física xubilado

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Polca de Santa Mariña por Pilar Braga Crespo

Polca de Santa Mariña por Pilar Braga Crespo

Asentáte  aquí un  pouco,

aséntate aquí un pouco,

será lo más estimado

mentres que non veña I outrooooooo

mentres que non veña I outro

ailalá lalá lalá

ailalá lalá lalala

ailalá lalá laláaaaaa

Ollos  vin ollos  mirei,

de Santi- agho a Padrón

 ollos vin ollos mirei

como os do meu amor noooooon

como os do meu amor non

ailalá lalá lalá

ailalá lalá lalala

ailalá lalá laláaaaaa

Miña nai e maila túa

van xuntas á  romaría

levan  a roupa de gharda

deixan a de cada díaaaaaaaa

deixan a de cada día

ailalá lalá lalá

ailalá lalá lalala

ailalá lalá laláaaaaa

A despedida vou dando

a despedida vou dando

ai que boa despedida

que me despido cantandooooooo

que me despido cantando

ailalá lalá lalá

ailalá lalá lalala

ailalá lalá laláaaaaa

Pilar Braga Crespo

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O gato e o rato por Manolo Gulías

O gato e o rato por Manolo Gulías

O gato e o rato

Manolo Gulías Márquez

NOVENO CONTO:   DÍA DE SAN ABUNDIO E SANTA PRISCILA. SEGUNDA FEIRA

              O GATO E O RATO

Nun atardecer fresco, ala polo mes de San Xoán, atopábanse nesta conversa dous ratiños de campo de orellas grandes e fociño longo, moi xeitosos, daba gusto velos, un tiña por nome Fermín e o outro era Pascual.

Escoitando neles, moi atento ó que dician, estaba outro animaliño aínda máis pequeno: un atrevido e presumido vagalume que levaba por nome Ramón.

-Ese gato fillo de puta non perde ninguna ocasión que se lle presente para meterse comigo –dicíalle Pascual a Fermín-, agora, mesmo antes de te atopar a ti, escapei del por pura casualidade, tiven que correr coma un campeón.

-Si… si…, ti tes dereito a queixarte, pero non se mete tan só contigo, ese maldito gato a min nesta semana perseguiume cando menos tres ou catro veces –dou as queixas o rato Fermín.

-A ti farate correr tres ou catro veces á semana, pero a min faimo tódolos días. Non pasan sequera as vintecatro horas sen que ese cabrón me meta unha carreira –a Pascual ó falar aínda se lle notaba a falta de aire debido ó apuro no que o metera o citado gato.

Este contraste de pareceres sostíñano os dous ratos ó lado dunha pequena casa da aldea, na que entraba por veces, e onde o gato que os perseguía era o rei.

Á beira do muro onde eles estaban leriando ía o carreiro que levaba á horta que a casiña tiña polo lado de atrás.

O vagalume, Ramón, que caladiño escoitaba, con moito atrevemento, decidiuse a intervir na conversa dos dous roedores.

Como ben sabemos, ou deberiamos saber, a linguaxe dos animais é universal. Entre eles todos se entenden medianamente ben.

Ademais debíamos saber que tódolos animais, sexan grandes ou pequenos, teñen nomes como temos os humanos.

E incluso, moitas veces, os animais, con máis educación que os humanos, entre as distintas especies se tratan con moito respeto.

-¡Compañeiros ratos! ¡Compañeiros ratos! –berrou dende a súa altura o pequeno Ramón.

-¿Quen chispa chama por nós? –interroga Pascual.

Como o pobre Ramón era tan diminuto, os ratos, Fermín e Pascual, non o daban visto por máis que miraban para un lado e para outro o camiño de terra.

-¡Son eu! –seguía berrando o pequeño verme-, son un vagalume, mirade aquí ó lado. Mirade entre a herba, ¿non vedes como alumeo? Son eu… Ramón…

Fermín e Pascual, facendo caso daquela vociña tan tenra ós seus oídos, miraron cara abaixo e mesmo ó seu carón viron un pequeno verme da noite co cu alumeando. Localizaran a Ramón.

-¿Que é o que queres de nós vagalumiño? –preguntoulle Fermín.

-Non vos quero nada. Ó contrario, oín a vosa conversa e ofrézovos a miña axuda para desfacervos do malvado gato ese que tanto vos persegue e tanto vos fai sufrir.

-E ti, vagalume coitado, con ese tamaño, tan pequeniño como es, ¿como nos poderías axudar? ¿que podes facer ti en contra dun gato se non podemos nós con el? –preguntou esta vez Pascual.

-¿Non estarás de broma? –Fermín pensaba que non escoitaba ben o que dicia o vagalume debido á distancia.

Os dous ratos non daban creto ó que lle oían dicir ó pequeno animaliño.

-Eu só claro que non podería, pero entre vós e a miña familia si. Entre todos podemos meterlle ó gato no corpo un susto de morte –explícalles con firmeza Ramón.

-A ver, ¿como é iso? Explícate logo –Fermín segue sen crer o que oe.

Pascual continúa pasmado escoitano as verbas que saen da boca de Ramón.

-Agora volo conto…

Mentres o vagalume Ramón contaba o seu plan, os ratos non pestanexaban.

Coa sorpresa que lles producía o desenrolo do plan do vagalume quedaran parvos e estaban espantados coa intelixencia do pequeno animaliño. Estaban convencidos de que tiña máis cerebro ca corpo.                          Levado á práctica o sinxelo e increible plan de Ramón… funcionou…

dous ratos

Pascual e Fermín conversando

E non só funcionou e o gato deixou para sempre en paz ós dous ratos, senón que o felino pillou tal medo da visión nocturna que tivo do demo, que correu sen parar tres días e tres noites seguidas ata afastarse para sempre daquela casa maldita.

¿En que consistira o plan do pequeno vagalume Ramón?

Moi sinxelo:

Na horta que tiña a casa polo lado de atrás, entre outras hortalizas de moi bo ver, había uns calacús grandes e fermosos.

Como os ratos se algo teñen é que son bos roedores, a poder de roer e roer, soltaron un calacú do seu pé e de seguido furaron nel facéndolle ou par de buratos a modo de ollos, a continuación o que podería ser o nariz e un burato máis abaixo que facía de boca.

Os ratos, Fermín e Pascual, porque non había máis axuda, con gran esforzo pola súa parte, dándolle voltas colocaron o cabazo furado á beira do camiño. Xusto debaixo do lugar onde estaban falando cando os escoitou o vagalume Ramón colocaron a corcubitácea.

Ramón, o vagalume, nos seus paseos nocturnos descubrira moitas cousas na horta da casa, entre elas o cabazo que agora empregaban.

Xa sendo noite pechada, Pascual, o rato a quen máis perseguía o gato, dando mostra de gran valor, presentouse diante deste.

O gato, vendo aquel menú tan apetitoso ó seu alcance, emprendeu a persecución de Pascual coa intención de facer co rato un prato de primeira.

Cando a carreira do rato e o gato xa daba nunha seria ameaza para o primeiro deles, o gato parouse de repente… Acababa de ver ó demo coa cabeza por dentro iluminada mesmo ó lado da horta.

Alumeábanlle os ollos.

Alumeáballe o nariz.

Alumeáballe a boca en forma de serra.

Alumeaba a cabeza toda…

Ó gato puxéronselle os pelos de todo o corpo de punta e dando media volta saíu por pés en dirección contraria á que levaba, deixando ó rato Pascual en compañía do maligno.

Houbo momentos nos que parecía apreciarse que o doméstico felino corría máis do que lle daban as pernas.

O pequeño vagalume Ramón e a súa familia prepararan ben a súa parte do traballo.

O que nunca puido saber o fuxido gato, era que o demo que el vira, era a cabaza que tiña dentro ós pequenos familiares do vagalume, aquel pequeno vagalume que casualmente oíra ós ratos. Entre todos conseguiran que estiveran alumeando os ollos, a boca, o nariz…

Os pequenos vagalumes coa súa intelixencia conseguiron o que os ratos por si sos non conseguirían nunca: Asustar ó malvado gato.

A axuda do diminuto vagalume Ramón viñéralle que nin pintada ós atemorizados roedores…

Así mo contou ela e así o relato eu.

Cando miña nai me referiu este conto, sendo eu moi pequeno, escacheime de risa. Xa con máis anos entendín perfectamente o que me quería dicir.

Manolo Gulias Márquez

Manolo Gulias Márquez

Docente

Xosé Manuel Gulías Márquez naceu en Pontevedra en 1952, pero foi bautizado en Forcarei de onde eran seus pais. En 1983 aprobou as oposicións por ciencias logo fixo a especialidade de galego e daba as clases nesa lingua. O seu último destino levouno ao instituto onde estudou, é dicir ao Valle Inclán, non podía estar máis feliz xa que despois de case 20 anos non tivo que volver coller o coche. Neste instituto estivo 18 anos ata que con 65 xubilouse, porque xa tiña o tempo de servizo e xa tocaba. Colabora con nós relatando as súas viaxes.

Historia de vida

Xan Pirolán

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“Monte Umbe” por Pousseu

“Monte Umbe” por Pousseu

A emigración converteuse nunha arma política, se é que algunha vez deixou de selo.

A xente pode emigrar por aventura ou por necesidade, sendo isto último o máis habitual. Tamén podemos pensar que é un fenómeno do pasado ou que veu a menos co tempo. Nada máis lonxe da realidade. Tanto as guerras como a inestabilidade económica dos países seguen determinando este fenómeno na actualidade.

 Como fillo de emigrantes que son, regresei do Brasil á temperá idade de 8 anos. Os meus recordos teñen que ver con contemplar por primeira vez un extenso e turbulento mar no porto de Santos, sendo dolorosamente consciente do que deixaba atrás para sempre. Tamén hai despedida no REGRESO.

 Vénme agora á memoria a icónica foto de Manuel Ferrol titulada “O home e o neno”, realizada en 1957 no muelle Méndez Núñez de A Coruña, de actualidade polo falecemento de “Chanquete”, o pequeno do retrato.

Monte Umbe

Mais a estas letras as motiva o aspecto circunstancial do fenómeno migratorio, consistente en ter unha visión cosmopolita do mundo, unha América cunha fauna e unha flora espectacular, cunha gastronomía singular e sobre todo, unha forma peculiar de entender a vida moi distinta da europea, e isto é enriquecedor para quen o experimenta.

 Dicía María de la Pau Janer que “buscar o esquecemento significa borrar a pegada da vida pasada”. Emigrar significa navegar entre dúas augas de por vida, pois os recordos dun e outro lado marcan a túa existencia para sempre.

 A ferramenta que utilizo para lidiar coas remembranzas é o exercicio da Arte, ben na súa vertente literaria ou na da pintura.

 “Monte Umbe” foi o barco vasco que nos trouxo de volta a España. Imaxes de peixes voadores e unha proa descomunal que se afundía nun océano embravecido son recordos moi vivos da travesía, así como o sabor da auga salgada da súa piscina de cuberta.

 A emigración é todo isto…e moito MÁIS.

Agustín Pousseu Loira

Agustín Pousseu Loira

Arquitecto

Agustín Pousseu Loira. Nace en Río Grande do Sul, Brasil en 1958. Fillo de emigrantes galegos. Arquitecto pola E.T.S.A de A Coruña.

Dende moi novo mostra paixón pola pintura e compaxina esa arte coa profesión  de arquitecto.

Recibiu o 1º  premio do concurso nacional Ferrogrés-Arquitectura 1995 pola obra do Pavillón Polideportivo de Bueu. Accésit Premio 25 anos, convocado polo colexio Oficial de Arquitectos na súa delegación de Pontevedra.

Na pintura e na escultura ten unha longa traxectoria en exposicións individuais e colectivas.

Tamén ten obra literaria inédita “En procura da verdade”, “Cousas de mente preñada”, “Kroatopía e o poemario “Poesía de corto metraje”.

Ten publicado un relato ilustrado coa súa propia obra: “El bosque de Acivro”.

O seu traballo plástico é amplio e abrangue obras de linóleo, plumas a tinta chinesa, pinturas ao óleo e acrílicas, etc. Na escultura ten traballos esculpidos en madeira, en terracota e esculturas de bronce.

Na actualidade está a levar a sua obra plástica á xoería en prata, ouro e resina.

Miña ruliña

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