Es interesante observar la distancia que separa nuestras creencias y sentimientos de nuestros comportamientos. Bien lo saben las personas religiosas: de eso se alimenta la sensación de estar pecando (y también el estamento clerical). Personas que reniegan de la sociedad de consumo son al mismo tiempo consumidores compulsivos. Hay un momento, poco comprometido, para razonar y otro, mecánicamente instalado en la conducta, para obrar.

No hay que confundir esta forma de actuar (o de no actuar) con la actitud cínica del que defiende una conducta que sabe perniciosa, ni la con la hipocresía del que finge compartir ideas moralizantes que no le importan nada. En ambos casos el individuo es coherente, aunque pueda ser calificado de imbécil moral.

Disonancia cognitiva (¡y conflictiva!) es otra cosa. Una especie de conmutador separa el tiempo de raciocinio y el de acción, pero en algún momento lúcido el sujeto se da cuenta de su situación; aparece el sentimiento de culpa. Salvo en algún caso de catarsis galopante no suele pasa nada y el comportamiento apenas varía.

Disonancia cognitiva

Así se describe el concepto en Wikipedia:

El término disonancia cognitiva hace referencia a la tensión o desarmonía interna del sistema de ideas, creencias y emociones (cogniciones) que percibe una persona que tiene al mismo tiempo dos pensamientos que están en conflicto, o por un comportamiento que entra en conflicto con sus creencias. Es decir, el término se refiere a la percepción de incompatibilidad de dos cogniciones simultáneas, todo lo cual puede impactar sobre sus actitudes.

Desgraciadamente, la disonancia cognitiva es una experiencia muy común. Cada vez que dices cosas que realmente no crees, que tomas una decisión difícil o descubres que algo que has comprado no es tan bueno como esperabas, puedes experimentar disonancia. En todas estas situaciones, hay un salto entre nuestras acciones y nuestras actitudes que tiende a hacernos sentir bastante incómodos.

Los problemas que (¡nos!) está causando nuestro modo de vida son evidentes. Jorge Riechmann advierte que la única vía se escape es un ecosocialismo descalzo basado en una simbioética. La rueda arrolladora de la inercia sistémica nos aplasta y sigue su camino a la perdición. Nos sentimos impotentes, pero como termina su meditación:

¿Tirar la toalla? Nada de eso: nos toca seguir peleando, aun con incertidumbre sobre el desenlace, aun sin esperanza de vencer.

Incertidumbre, que no certidumbre, desde luego. Inevitabilidad, no, porque el fatalismo mata.

Juanjosé Guirado

Juanjosé Guirado

Arquitecto

Juan José Guirado Fernández, sevillano de nacemento (Écija 1946) e pontevedrés de adopción, tras rematar os seus estudos de arquitectura desenvolveu a maior parte do seu traballo como arquitecto en Pontevedra, traballo que, por circunstancias da vida, foi abandonando para dedicarse ao ensino, comezando por unha substitución no IES Concepción Arenal de Ferrol e aprobando posteriormente as oposicións a profesor de debuxo, profesión que exerceu en Pontevedra durante sete anos, seis deles no IES Valle Inclán.
Despois de rematar a súa tese doutoral, acabou na Escola de Enxeñería Industrial de Vigo, no Departamento de Deseño, no que traballou ata a súa xubilación hai agora sete anos. Ao longo dese tempo participou en diversos congresos e cursos dentro e fóra de España e realizou estudos sobre xeografía, historia, antropoloxía, filoloxía e literatura.
Desde hai dez anos escribe puntualmente no seu blog esencial o menos sobre estas e outras materias. Ademais da súa tese é autor de tres libros sobre xeometría e deseño.

A proba do algodón

máis artigos

♥♥♥ síguenos ♥♥♥