El Ascetismo fue uno de los primeros movimientos cristianos. Cuajó en Siria y Egipto, como una necesidad de romper con el estilo de vida Mediterráneo. Como dice Peter Brown  en su excelente “El Mundo de la Antigüedad Tardía”: “El atractivo y la importancia del ascetismo, que se esparció con rapidez por el mundo romano en el siglo IV, radicaba precisamente en esto: era un grupo de personas desplazadas, con un estilo propio, que afirmaban haber comenzado de nuevo la vida”.

Gabriel “El Ascético”, vive, apartado del resto de monjes, en un monasterio, dedicado a esculpir una escultura. Lleva una vida de privaciones, sin apenas comer, mientras los otros monjes, encabezados por el abad, se dedican a comer, beber y saciarse.

Para presentar en público la escultura acabada, el abad convoca a todos: la nobleza, la Iglesia, el ejército, los artesanos y al pueblo, cada uno bajo su palio. Al destapar la escultura, aparece una joven desnuda. Gritos, rabia, frustración y una variedad de emociones negativas se apoderan de todos los presentes que se abalanzan sobre Gabriel. Un soldado le clava una lanza en el costado. Destruyen la estatua.

hypócrates

Solo dos mujeres no participan en el escarnio y el martirio: una monja enamorada del Asceta y una mujer del pueblo.

En 1915: una iglesia y un cura en ella dando un sermón sobre los hipócritas. El cura tiene la misma fisonomía que el Asceta. Nadie presta atención a sus palabras: ni los ricos, ni los pobres, ni los políticos, … Acabada la ceremonia algunos acuden a felicitarle por su sermón. Todos abandonan la iglesia, salvo dos mujeres: una de ellas forma parte del coro y esta enamorada del cura, la otra es una mujer del pueblo que asistió a la misa.

El cura ve en un periódico un reportaje sobre una virgen desnuda. Y sueña.

Sale de la iglesia y sube por una cuesta, le siguen las dos mujeres. Otras lo intentan, pero desisten por el esfuerzo o por otras prioridades. La mujer del pueblo abandona a mitad de camino, la otra, casi en la cumbre, pide al cura que le de la mano para subir, pero el avanza y se encuentra con la puerta de la verdad. Se abre y entra, dentro encuentra a una mujer desnuda que lo invita a conocer la Verdad.  Van a ver al partido Mi Plataforma Honestidad, presidido por un corrupto, después van a ver a una pareja de enamorados, a un grupo de jóvenes y a una familia. La Verdad le enseña, utilizando un espejo, cual es la vida real que llevan esas gentes: todos son hipócritas.

Las dos mujeres que se habían quedado en la iglesia se acercan al cura al verlo inmóvil en una silla. Llaman a los feligreses que esperan fuera de la iglesia y comprueban que el cura a muerto.

Esta es la sinopsis de la película “Hypocrites”, muda, del año 1915, escrita, dirigida y producida por Lois Weber.

Una película en la que se utilizaron el montaje paralelo y la doble exposición. Aparece un desnudo integral de mujer durante toda la última parte: es la Verdad.

Lois Weber parece querer decirnos que pocas cosas habían cambiado en 1915 (primera guerra mundial), respecto a la época en que aparecieron los ascetas, los primeros mártires.

Una película que escandalizó en su época y que da mucho en lo que pensar todavía.

 

Lois Weber, nació en 1881 y murió con 58 años. De niña, en Pennsylvania, fue una notable pianista.

En New York vivió pobremente intentando abrirse paso como cantante.

A los 24 años la contrataron como actriz en la Gaumont Film Company. Al año siguiente se casó con su director, Phillips Smalley. 

Rodó su primera película en 1914, cuando tenía 33 años: “El mercader de Venecia”. La primera mujer en dirigir un largometraje.

Al año siguiente, rodó “Hypocrites

Lois Webwe
El mercader de Venecia
Hypócrates

Después vendrían muchas más, como, por ejemplo: “¿Where are my children?” (sobre el aborto y el control de la natalidad), “The people vs. John Doe” (sobre la pena de muerte) y “Hop, the Devil’s Brew” (sobre el alcoholismo y la drogadicción)

En 1916 era la directora mejor pagada de Universal Studios. Al año siguiente formó su propia productora.

John Ford trabajó como su ayudante. 

Where are my children
the people
Hop, the Devil’s Brew”

En 1921, con 40 años, le ocurrieron unas cuantas cosas y no todas buenas. Filmó “The Blot”, que fue un gran éxito para Paramount. Perdió su productora. Se divorció de Smalley, después de 15 años de matrimonio. Sufrió una crisis nerviosa.

Cinco años después de su divorcio, se volvió a casar con Harry Grantz, siete años más joven que ella. Duraron 9 años juntos. En 1935 se divorciaron.

En 1934 logró rodar la que sería su última película “White Heat”. A partir de ese momento solo consiguió que la dejaran ser supervisora de guiones para la Universal.

En 1939 murió de una enfermedad gástrica, sin descendencia y arruinada. Ese mismo año murió Phillips Smalley, el que había sido su primer marido.

The Bot
White Heat

Hasta 2020, en 89 ediciones, sólo cuatro mujeres habían sido nominadas a mejor director del Oscar y sólo una lo había ganado. Las dos últimas ediciones han sido dos mujeres las ganadoras: Chloé Zhao y Jane Campion. Antes, en 2010, la ganadora fue Katheryn Bigelow.   

En la historia del cine Alice Guy y Lois Weber fueron las primeras en ponerse al mando de un rodaje. 

Lois Weber actuó por primera vez en el cine para un corto que rodó Herbert Blaché, marido de Alice Guy. 

Las mujeres también saben contar historias, saben filmarlas y, muchas veces, tienen cosas que decir y contar con una perspectiva y una enjundia que los amantes del cine no podemos dejar de valorar y ponderar adecuadamente. El cine parece que comienza a tener nombre de mujer y no esta demás recordar quienes fueron sus precursoras.

No seamos hipócritas: ellas también saben.

Lois weber
Jose Luis Vázquez

Jose Luis Vázquez

Escritor

Estudió Ciencias Económicas en la Universidad Central de Barcelona y cursó un máster en Dirección de Marketing en EADA.

Ha trabajado como directivo financiero y de logística en varias empresas de logística y alimentación.
Ha realizado numerosos viajes de aventura por los cinco continentes, ascendiendo montañas, conviviendo con tribus y cruzando ríos y mares.

Le encanta el cine, y los wésterns en particular.
Lector empedernido: novela, historia, ciencia y filosofía.
Cursó tres años de Narrativa y Novela en la prestigiosa Escola d’Escriptura del Ateneu de Barcelona.
Ha publicado dos libros: Clara y algo más, de cuentos, y La memoria en color, autobiográfico.
Barrabás el Sicario es su primera novela.

El cine en blanco y negro

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