La soledad de Vicente Méndez -devellabella-

       Hoy voy a hablar de la soledad como retiro marchito que es algo así como un aislamiento angustioso en medio de la gente moderna, esa multitud ansiosa de placer banal y de pasatiempo obsceno, sí sirviera para algo.

      Hoy esas inmensas muchedumbres que como rebaños de borregos marchan al rebufo del cencerro del líder iluminado que solo busca conseguir  como sea su ansia de poder. Estas hordas de seres vociferantes van triscando las migajas que les va prometiendo el iluminado, sin la más mínima posibilidad de que se las conceda; individualmente son incapaces de ver a un palmo más allá de su nariz para comprender y ver que son manipulados, usados como carnaza para alcanzar la meta del voraz líder, solo él en su interior sabe que una vez conseguida la silla que anhela, los abandonará en las mazmorras del olvido.

       Y esto es lo triste, que siempre ha sido así, ni ayer ni hoy la manada se da  cuenta que las promesas esa cosa que iluminado les  promete puño en alto y agritos, sí me apoyas te haré…, serás lo que tú quieras…, es siempre la misma rutina que el cencerro repite una y otra vez a todo aquel que se acerca a él, toda promesa en compensación por su apoyo solo lleva al triste resultado de que los hombres que le rodean se rocen sin tocarse, convivan sin el magma del  bien común que hace crear y crecer la unión y que haría peligrar el poder del líder.

       Conseguir esta soledad del individuo en medio de la multitud ajeno a él mismo y a los demás por supuesto, es hoy lo que se considera un líder mesiánico.

      La soledad se puede vivir por dentro y por fuera, más solo desde dentro se logra saber lo terrorífica o purificadora que puede ser para aquel que sabe vivir con ella. Y aún que el espirito tiene y siente angustia de sí mismo, parece que tampoco puede librarse  uno del mismo sin un enorme esfuerzo, aunque me he encontrado durante esta larga  travesía que se me ha impuesto para ir o venir; mejor dicho deambular durante los años que se me han concedido en este desfiladero de soledad  para buscar con que llenar el Alma; juzgué que unos cuantos  lo habían logrado o eso parecía, quizás porque  la  soledad, la angustia y todo eso les importaba una mierda, los días de soledad y de angustia: ya no de la semana siguiente y ni si quiera  la del momento presente no les merecía la menor  indagación, ‹‹para que decían y dicen››, pasará lo que tenga que pasar, por estar rompiéndome la cabeza no voy arreglar nada, así que me voy a tomar un par de vinos al bar y listo…