María Dolores Santos Villar nació el 20 de mayo de 1929 en Pontevedra, en la calle Benito Corbal 60 cuando ésta aún llegaba hasta el asilo, hoy en día Loureiro Crespo 10. Su madre, Divina (mi abuela), dio a luz a su primera y única hija a la que pusieron Dolores por la abuela paterna que había fallecido dos años antes; sus padrinos fueron Pepe Mella, médico de A Estrada y su mujer, Arminda Villar, hermana pequeña de mi abuela. El bautizo se celebró en San Bartolomé.
Lolita estudió hasta los ocho años en la escuela de doña Pura Jaraiz, en la carretera de Vigo, al pasar el puente, a la altura del hoy Galicia Palace (allí tuvo de compañeras a Pilula Fontaíña y las hermanas Álvarez Quiñones). De los ocho a los diez cursó sus estudios en Las Calasancias, aprobó el ingreso en Magisterio, pero se fue al instituto donde estudió hasta 4º, más tarde como enfermó de tifus la llevaron ao Foxo, A Estrada, para que se recuperase, allí estuvo durante cuatro meses y tuvo que repetir un curso.

Lolita con 2 anos 1931

No Foxo 1936

Lolita en 1938

Lolita en 1941
A los 15 años le dijo a su madre que no servía para estudiar y que quería trabajar y con el consentimiento de sus progenitores empezó a trabajar ayudando en la fábrica de gaseosas, Gaseosas Gabriel Santos
“A los 15 años le dijo a su madre que no servía para estudiar y que quería trabajar“
Allí su tarea era la de jarabear, echaban el azúcar en agua y tenía que revolver con espumadas grandes hasta que quedaba disuelto, eso era el jarabe. Más tarde, a petición de clientes que demandaban refrescos de sabores, los hicieron con naranja y limón natural, un trabajo agotador porque tenían que exprimir grandes cantidades de limones y naranjas y revolverlas con el azúcar, pero eso no duró demasiado ya que pronto llegarían las garrafas preparadas con jarabe artificial.
Allí su tarea era la de jarabear, echaban el azúcar en agua y tenía que revolver con espumadas grandes hasta que quedaba disuelto, eso era el jarabe. Más tarde, a petición de clientes que demandaban refrescos de sabores, los hicieron con naranja y limón natural, un trabajo agotador porque tenían que exprimir grandes cantidades de limones y naranjas y revolverlas con el azúcar,
pero eso no duró demasiado ya que pronto llegarían las garrafas preparadas con jarabe artificial.
Su vida transcurría entre la fábrica, Acción Católica y las misas diarias a las que acudía al asilo o al hospital, cuando necesitaba confesar iba a San Francisco con el padre Aquilino o el padre Bernardino.

Con su novio portugués Urgel

Paseando por la Oliva

Cuando cumplió 21 años
Su vida transcurría entre la fábrica, Acción Católica y las misas diarias a las que acudía al asilo o al hospital, cuando necesitaba confesar iba a San Francisco con el padre Aquilino o el padre Bernardino.
Le gustaba también ir al paseo en la calle Oliva. Allí varios pretendientes la acompañaban, se acuerda de uno – “aún vive”, me dice- guapísimo, de ojos azules, que trabajaba en una ferretería en la calle Real, pero su madre le dijo que tenía que aspirar a algo más que un simple empleado.
De compras iba de vez en cuando a Vigo, en tren con su hermana Marina, aprovechando para visitar a su hermana Olga que vivía allí.


En las Peregrinas para ir a los toros


En un viaje que hizo a Oporto conoció a un chico portugués descendiente de españoles, Urgel se llamaba. Él iba a pasar el fin de semana, se alojaba en el hotel Universo y comía en su casa, pero un día tomando un vermut en el parador, se quedó blanco y perdió el conocimiento, como no quiso confesarle que era epiléptico lo dejaron, se arrepintió siempre de haberlo hecho.
Como era muy aficionada a escribir anuncios en el periódico en busca de amistades, tuvo muchos pretendientes, algunos de los cuales la llamaban por teléfono, incluso tenía un apartado de correos donde recibía sus misivas lejos de las miradas de su madre.
Le gustaba ir a los asaltos baile del Carabela, en el primer piso, había orquesta y le encantaba bailar.

Foto Yáñez 1946

Foto Yáñez 1951

Foto Barreiro 1958

Foto Chao 1955
Era habitual que los domingos hicieran guateques en el salón de su casa, a la que acudían sus amigas y conocidos, que se quejaban de la falta de alcohol, allí a ritmo de tocadiscos y bajo la atenta mirada de su madre y hermana pasaban la tarde bailando con sus amigas Pili López, Carmina Vicente, Ida Carbajo, Elvira García Vega etc. Eran los años 60.
Era hincha del Pontevedra, del “Hai que roelo”. Yo misma fuí en más de una ocasión con ella a la tribuna a ver algún partido y pude notar la emoción de mi tía.
Lolita se apuntaba a algunos viajes, en uno de ellos cuando tenía 50 años, en Semana Santa, hicieron una parada en Logroño y mientras las amigas pedían en la barra de un bar se acercó un hombre que le preguntó: “¿Qué hace una gallega por aquí?”, estuvieron hablando y a petición de él le dio su dirección para que pudiese escribirle, se llamaba José y llevaba 8 años viudo.
Empezaron a cartearse, él le declaraba su amor en cada carta, también hablaban por teléfono.

Cuando se empeñó en venir a verla a Pontevedra, desoyendo la recomendación de ella de que lo dejase para más adelante pues estaba con anginas en cama, se quedó con las ganas pues Marina, la hermana de Lolita, le dijo que no podía verla debido a su enfermedad, lo que provocó su enfado y su marcha, regresando esa misma noche en el tren.
Pero hubo reconciliación tras una carta de disculpas que le envió mi tía, así que poco después fue a Logroño con su madre y hermana a conocer donde vivía José pidiendo referencias al cura (lo cual era muy habitual por aquel entonces), que, por cierto, habló muy bien del novio. Se prometieron y se casaron en Lantaño (Portas) en el pazo Torre Penelas que pertenecía a su hermana Olga y su cuñado José Díaz-Obregón.
Tras la boda se trasladó a vivir a Logroño a un pequeño pueblo llamado Villamediana de Iregua. Al principio lo pasó muy mal porque él iba a trabajar a la huerta y ella quedaba sola en casa llorando.
Se quedó viuda con 64 años y siguió viviendo en Villamediana, aunque le gustaba ir a la capital, Logroño, para pasear y estar con amigas. Seis años más tarde le presentaron a Pedro, un viudo que había sido jefe de estación y que quería conocerla. Se casaron el 9 de diciembre de 1999 en Mourente. Salió la noticia en la prensa: pareja de septuagenarios dan el sí quiero. Me pareció horrible ese titular.

Le gusta ver las tertulias políticas en la tele y es lectora habitual de la biblia, sobre todo San Marcos, pero eso no quita que todas las semanas se lea de pe a pa el Hola.
Un viaje que recuerda con cariño es el de Roma que hizo con su amiga Meli Conde, 15 días en autobús parando en Lourdes
La primera vez que subió a un avión fue para ir a Mallorca, estuvo rezando el rosario todo el recorrido y sin mirar más que las cuentas.
Le da gracias a Dios por vivir y tener bien la cabeza, ya veo que se acuerda de nombres y apellidos. No quiere salir de la “tierriña” que la vio nacer, aunque reparte su vida entre Logroño y Pontevedra, intentando alargar lo más posible su estancia aquí para que Pedro, su marido, quiera quedarse ya definitivamente.
Me despido de Lolita que sigue cosiendo sus pañitos con las gafas a media nariz y el flexo alumbrando la labor.


Ana Santos Solla
Profesora de Educación Física
Son Ana Santos, nacín en Pontevedra no ano 1960, a miña infancia estivo moi ligada a Santa María de Xeve, a terra da miña nai, son a terceira de 8 irmáns, a maior das mozas, a máis vella como me dicían de pequena. Sempre me gustou o deporte e estudei INEF en Madrid, estiven 34 anos no IES Valle Inclán impartindo Educación Física alí foi onde coñecín ao resto dos meus compañeiros que agora me acompañan neste proxecto. Decidín xubilarme para dar un novo rumbo á miña vida e levar a cabo este tipo de iniciativas como @devellabella ue pretende que o envellecemento activo convértase en embelecemento persoal e poder achegar a miña experiencia nesta etapa da vida.
Nós os maiores aínda temos moita guerra que dar, espero que este blogue motívevos a querer colaborar connosco.
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