Dan Buettner,  es un experto en longevidad. Lleva mucho tiempo estudiando los hábitos de las personas que viven en lo que él denomina “zonas azules”, unas regiones del mundo donde la esperanza de vida es significativamente mayor. Buettner, identificó cinco áreas donde, estadísticamente, la esperanza de vida es mucho mayor: Cerdeña, en Italia ; Nicoya, en Costa Rica, Icaria, en Grecia ; Loma Ilma, en California y Okinawa, en Japón. Como era de esperar, la dieta y los hábitos son factores importantes, aunque también hay otros que influyen notablemente, como  -por ejemplo-  el tipo de personas que nos acompañan en nuestra trayectoria vital. Buettner constató que en las “zonas azules” las personas suelen establecer relaciones positivas, amistades que duran toda la vida y que son decisivas en conservar una buena salud.

El de Okinawa, es un caso muy claro: una tradición ancestral consolida grupos sociales que se ayudan de por vida. Estos grupos, se llaman “moai”, que en japonés significa “reunión para un propósito común”. Está constituido por cinco personas que se ofrecen mutuamente soporte social, emocional, logístico y financiero. En ellos, las personas no deben preocuparse por la soledad no deseada, porque desde la infancia son introducidas en un “moai” por los padres, que  -como decíamos-  es una red social comprometida.

moai

        Buettner, observó cómo mujeres de 102 años de edad de promedio habían formado parte de su “moai” unos 98 años. Siguen formando un grupo emocionalmente compacto, cotilleando, discutiendo, bebiendo sake, etc. Y lo más importante es que, en circunstancias adversas, unas cuidan de las otras: es decir, se ofrecen “bienestar”, lo que reduce muy significativamente la ansiedad, muy al contrario de lo que sucede cuando tenemos a personas tóxicas a nuestro alrededor, de las que hay que alejarse lo antes posible. “Dime con quién andas y…”.

ancianos, okinawa

Y es que, amigos, hay que evitar en lo posible  -máxime a partir de cierta edad-  la ansiedad (estrés) inadecuada, porque en nuestro organismo todo funciona coordinadamente. Como yo suelo decir con una expresión un tanto técnica, “somos una entidad psicosomática”, un sistema (ver Teoría general de sistemas”) ; y cada aspecto, cada parte, interacciona y condiciona de una u otra manera a las demás y al todo : de ahí la medicina psicosomática, que cada día tiene mucha más relevancia. El esquema general  -con un ejemplo-  de estas interacciones  (que, lógicamente, habría que detallar y matizar en función de la personalidad y el contexto de cada uno), sería el siguiente : a) tenemos una preocupación (nivel cognitivo) porque vivimos solos en nuestra casa, por las posibles consecuencias negativas de tal situación ; b) tales pensamientos inducen una determinada activación de estructuras límbicas (cerebro “emocional”), tales como el tálamo, la amígdala, etc. ; c) este envía mensaje neurotransmisor al hipotálamo ; e) este, a la hipófisis (glándula que “gobierna” todas las demás glándulas hormonales)-  produciéndose una determinada cantidad de cortisol, adrenalina, etc., etc., generadoras de las reacciones fisiológicas que  conforman la ansiedad u otros estados, tales como la sudoración profusa, determinada conductancia eléctrica de la piel, etc., etc.  Este ciclo, además, determina un feed-back permanente: las características de las “sensaciones propioceptivas” (cómo nos sentimos) resultantes de tal retroalimentación actuarían nuevamente en el proceso; un proceso, como decía, conjunto, en el que están implicadas todas las “partes” del organismo, desde lo puramente mental a lo más puramente fisiológico, como  -por ejemplo-  el sistema inmunológico (que puede ser debilitado o potenciado).

Lo que acabo de decir en el anterior párrafo, seguramente os resulta un tanto engorroso y/o confuso, así que os lo diré de una forma  -aunque muy sintéticamente, claro está-  muy sencilla: el bienestar (físico y emocional), tiende a generar más de lo mismo; es decir, se multiplica a sí mismo. Lo contrario, sin embargo, tiende a generar mayor malestar. Por lo tanto, amigos, hemos de procurarnos suficiente “felicidad”, física y emocional. ¿Cómo?. Pues intentando que nuestra experiencia vital esté dirigida a ello: buscando lo positivo para nosotros y evitando  -en la medida de lo posible-  todo aquello que nos resulte ansiógeno, doloroso física o emocionalmente. 

pisarro

Cosecha de manzanas en Éragny, 1888, Camille Pisarro, Dallas, Museum of Art.

En este sentido  -y dada la naturaleza social del ser humano-  las relaciones sociales afectivas y cooperadoras, son una fuente esencial de salud y bienestar. Ya sabes, pues: si no tienes un “moai”, constrúyete uno; o mantén y cultiva el que tienes.

Luis Palomo Molano

Luis Palomo Molano

Breve semblanza.
Luis Palomo Molano. Nací en Plasencia (Cáceres), estudié Psicología en la Universidad Autónoma de Madrid y me especialicé en Psicología Clínica en la E. de Psicología y Psicotecnia de la Universidad Complutense de Madrid.
Muy interesado en la temática psicosocial -dada la estrecha relación entre lo individual y lo social- y las desigualdades, realicé un Máster de Gerencia de Servicios Sociales en la Universidad de Extremadura de dos cursos académicos, además de otra variada formación en el mismo ámbito.
Mi actividad laboral ha sido diversa : deficiencia mental en INSERSO (hoy, competencias ya transferidas a las comunidades autónomas) ; marginación social, en CÁRITAS, ALDEAS INFANTILES SOS (en la Aldea del barrio tinerfeño de El Tablero), etc. ; dirección de programas formativos y laborales de Atención Sociosanitaria a personas dependientes en el ámbito privado e institucional, Inadaptación de Menores, etc. ; Psicología Clínica, etc. Mi principal ámbito laboral, ha sido el de los Servicios Sociales, particularmente en programas de Familia e Infancia y en Dependencia.
Durante un tiempo, colaboré con los diarios regionales “Hoy” y “Extremadura”, como articulista sobre temas básicamente profesionales, referidos -en general- a la Comunidad Autónoma Extremeña.
Luis. 11/10/2022

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