Minha Terra

Borinquen, pobre cautiva
del mar que sus costas bate;
garza dormida entre brumas
como en lecho de azahares,
no vio nunca en sus collados
el humo de los combates,
ni el somatén en sus villas,
ni el tumulto en sus ciudades.

Borinquen, la pobre tierra
de las angustias tenaces,
de las danzas gemidores,
y de los tristes cantares,
no vengó, loca de furia
como una virgen salvaje
las equimosis del látigo,
las cicatrices del sable.

Borinquen tiene en su escudo
un peñasco entre dos mares
y un cordero solitario
con un pálido estandarte.

Símbolo fiel de su historia
que, a través de las edades,
no escribió jamás en rojas
tintas el nombre de un mártir.

Borinquen, la cenicienta,
no puede romper su cárcel,
porque faltan, ¡vive cristo!,
mucho nervio en su carácter,
mucho plomo en sus colinas
y mucho acero en sus valles,
porque en sus campos no hay pueblo;
porque en sus venas no hay sangre.

 Luis Muñoz Rivera

Garza de Manuel Hermida

A Garza por Manuel Hermida

Garza Elena

As Garzas por Elena Abad

Garza por Abel

A Garza por Abel Borrajo

Ave de gran tamaño e aspecto inconfundible, a garza real non é moi numerosa como nidificante na Península Ibérica, aínda que se atopa en expansión. É, en cambio, moito máis abundante durante a invernada e os pasos migratorios, cando moitos exemplares europeos recalan no noso territorio no seu camiño cara ao continente africano. Durante o inverno, resulta fácil observar a estas garzas, tanto en voo como pousadas nas beiras de ríos e encoros agardando o paso dalgunha presa, que capturarán coa axuda do seu potente pico.

Elena
Manuel
Abel

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