Hace unos días moría en las calles de París el gran fotógrafo de talla mundial René Robert  a los  85 años, congelado después de una caída. Estuvo toda la noche tirado sobre la acera sin auxilio de ningún tipo. A las 6,30 de la mañana los servicios de emergencia recibieron la llamada de “un sin techo” comunicándoles la situación de René Robert.

En todo ese tiempo nadie acudió en su auxilio. ¿Quedó París sin luz?, pues parece que no, lamentablemente la indiferencia mostrada por sus semejantes fue la que ayudó sobremanera  a que  este fotógrafo muriera “como un perro”. Últimamente los perros gozan casi de más atención que todo aquel ser humano parecido a un mendigo o a un sin techo, sin embargo mi respeto máximo por el mundo animal ya que pertenecemos a él en su diversidad.

       Escribía estos días la estupenda columnista de Infolibre Raquel Martos : “Su manera de morir hiere la conciencia y casi mata la esperanza. Más que salir a la luz, su historia ha salido a la oscuridad en la ciudad de las luces”.

Es muy cruel el comportamiento humano actual; frío, individualizado, deshumanizado, atrapado por una sociedad en la que los valores cívicos y sociales carecen de unos estándares  de mentalidad colectiva que asustan. Inmersos en una sociedad capitalista que nos descapitaliza de todo comportamiento sensible con la desgracia de nuestros semejantes, en la que el “otro” no importa. La competitividad personal que impone  el sistema capitalista hace que lo único que importe sea uno mismo en destacar sobre los demás.

            La desigualdad social impone también unas reglas  en las que el “sálvese quien pueda” es la tónica reinante, desigualdad producida por el sistema citado. Así que este fotógrafo, como todos los mendigos y el resto de la gente que está pidiendo en la calle no nos preocupan lo más mínimo, la empatía brilla por su ausencia, es difícil tenerla cuando estás atrapado en defender tu subsistencia.

             La gente que tiene más posibles está más preocupada por los “productos” de la sociedad de consumo, por una vida fácil, infantil, que por sentir una empatía con el desfavorecido y ayudar a luchar por revertir la situación social. No existe el yo humano colectivo.  Cuando llegamos a la clase media y gozamos de una comodidad económica  la sensibilidad social se adormece y nos sentimos “seducidos“por la sociedad de consumo en la que los valores de empatía humana se disuelven.

El suceso acaecido a René Robert, que puede sucederle  a una infinidad de gente que duerme en la calle, debajo de un puente, en cajeros, en los andenes de los trenes, etc. Se debe todo a unas causas que hay que tener en cuenta y que debieran ser el estimulante para  huir de la pasividad, la indiferencia ante el drama  que ocurre  por culpa de la avaricia de unos poderes financieros especulativos, empresariales, mediáticos, etc. que están rompiendo la cohesión social, que están rompiendo el planeta con las agresiones al mismo, que están en contra de que la persona se emancipe.  

mendigo

Les importamos como  materia prima que ayude a dar beneficios a esos estamentos sin alma y nuestra preparación humanística les importa un rábano.

El  negocio de las armas es otro poder terrible que existe en el mundo en contra de la convivencia social, ya que obliga a que haya más guerras, unas detrás de otras, con las terribles consecuencias que ocasionan  estas contiendas y a posteriori la calamidad humanitaria y sanitaria en la que quedan las poblaciones agredidas, viéndose obligada  su población a huir en dramáticas emigraciones o a  vivir en penosos  refugios con las mínimas condiciones humanas,  o peor.

                 Soy consciente de que puede parecer que me separo del enfoque principal de la noticia, pero yo pienso que aparte de sonrojarnos por nuestros comportamientos hacia los que viven en la intemperie o hacia el que necesita auxilio y no se lo damos, tenemos que ser conscientes de que buena parte de estas situaciones son provocadas por el éxodo de seres humanos víctimas de conflictos armados que, como dije antes, son potenciados por el negocio de las armas que mueve mucho dinero. El ser humano actual adolece de un cerebro fuerte en inteligencia y amor.

Si, debemos estar alerta y no perder la brújula en  buscar alternativas, en que tenemos que ser conscientes de que sin empoderamiento personal en valores ciudadanos, en valores humanísticos, en la construcción de una personalidad rica -social, cultural, intelectual y profesionalmente- en amor a la naturaleza y en amor a los demás, nunca seremos solidarios y nos encontraremos con el panorama tan preocupante al que hemos llegado, en el “sálvese quien pueda” ya que el dinero solo lo tienen unos cuantos y por eso no puede extrañarnos que lo que pasa tenga una causa y solo nosotros tenemos que averiguarla.

                                    Creo que estamos tocando fondo en la conciencia de vivir en sociedad en plano de igualdad en todos los aspectos. Una sociedad educada en toda clase de valores que destierren el egoísmo patológico, la barbarie, la polarización…., estamos en una sociedad en la que en el fondo nos vemos casi como enemigos unos y otros, en pura competición entre nosotros.  Así  que no nos extrañemos de la crueldad que mostramos con los demás, con los emigrantes, con la gente sumida en la droga, con los sin techo, porque ni los miramos.

No podemos olvidar tampoco la cantidad de suicidios que se producen actualmente, drama  en parte relacionado también con el tema que nos ocupa, que se lo pregunten a la gente que coge el metro diariamente, como muchos se tiran a la vía antes de llegar a su parada. Analicemos por qué se produce esta situación, tampoco es difícil adivinarlo y, por tanto, intentar mejorarlo como seres humanos que somos y ser conscientes de si estamos manipulados o no, o si tenemos criterio propio, porque en realidad somos víctimas de un mercado capitalista que nos impide pensar.

              Todo  esto tiene una causa, lamentablemente.

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     Nota: Animo a que lean el enlace, creo que merece la pena.

https://www.infolibre.es/opinion/columnas/muy-fan-de/hombre-muerto-congelado_129_1218082.html

José Cerdeira Soto

José Cerdeira Soto

Topógrafo

Estou xubilado desde o ano 2004 e vivo en Pontevedra desde 1982.

Nacín en Soutelo de Montes, no Concello de Forcarei, no ano 1946 e xa no 63 entrei na empresa na que transcorrería toda a miña vida laboral Dragados y Construcciones, onde me formei como topógrafo, profesión que exercín ata a miña xubilación.

Pasar a formar parte das “clases pasivas” non se converteu nunha situación traumática para min, ao contrario, enchín as miñas horas de lecer de múltiples actividades para as que, cando traballaba, non tiña tanto tempo: a lectura, a implicación en diversas iniciativas culturais, sociais e políticas;a participación no voluntariado da Cruz Vermella, ir á universidade de maiores, ser moi activo nas redes sociais, etc.

A miña intención é seguir facendo cousas e aprendendo outras, deica o último suspiro.

Dez anos sen ETA

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