Hasta Descartes, se venía considerando -de manera intuitiva, no experimentalmente- que nuestro mundo emocional residía en el corazón. De ahí las diferentes expresiones que aún empleamos cuando nos referimos a nuestras experiencias sentimentales, no muy descaminadas como luego veremos. Con la “duda metódica” cartesiana y el desarrollo de la metodología científica y el espectacular desarrollo de los nuevos instrumentos tecnológicos, se puso en marcha la búsqueda de un riguroso conocimiento de nuestra psicofisiología.
Fue así como se fue avanzando en una comprensión exhaustiva de la anatomía y el funcionamiento de nuestro sistema nervioso, hasta llegar a algo crucial : el descubrimiento, por Santiago Ramón y Cajal, de las neuronas, su estructura y funcionamiento ; algo que le permitió afirmar con rotundidad que “cada uno de nosotros, si se lo propone, puede ser escultor de su propio cerebro”, gracias a su asombrosa “plasticidad cerebral” ; es decir, gracias a la capacidad que tienen estas células de modificarse y reorganizarse. Hoy sabemos, además -al contrario de lo que se pensaba hasta hace poco- que la neurogénesis (nacimiento de nuevas neuronas), es perfectamente posible, gracias -entre otros- a la gran investigadora Rita Levi-Montalcini, premio nobel en 1986, por su descubrimiento del “factor de crecimiento nervioso (NGF)”.
Dibujo científico de Santiago Ramón y Cajal: microglia de corteza cerebral de hombre normal, corte del cerebro teñido con el método de Bielschowsky.
La experimentación científica que partió de Descartes y, como decíamos, el progresivo conocimiento del sistema nervioso, fue excluyendo del mundo emocional al corazón, dando paso al cerebro como sede del mismo, ya que -entre otras cosas- se comprobó cómo el llamado “sistema límbico” que incluye importantes estructuras -no tanto por su tamaño, sino por su función- como la amígdala, tienen un papel preponderante en la regulación emocional. En otras palabras : desde Descartes, era en el cerebro donde reside exclusivamente el mundo emocional, relegando definitivamente aquella concepción tradicional (compartida por casi todas las culturas) que adjudicaba no poco protagonismo al corazón. Sin embargo, hace aproximadamente unos treinta años, nuevas investigaciones sobre la interacción del sistema nervioso con los demás órganos, llevaron a resultados sorprendentes del todo importantes. La propuesta de tales investigaciones, al principio, fueron consideradas por la comunidad científica en general como “exóticas” e incluso propicias para cierta burla. Sin embargo, tales reacciones tuvieron que rendirse a la evidencia : existía una estrechísima relación del sistema nervioso y las demás partes del cuerpo ; entre ellas, el corazón. Este, pues, recupera en buena parte su antiguo protagonismo al comprobarse cómo participa muy activamente en el mundo emocional.
Efectivamente : el corazón, se comunica constantemente, electroquímicamente, a través de haces neuronales de ida y vuelta, con el cerebro, de tal suerte que la actividad de este se halla en todo momento influida por la actividad cerebral y viceversa. Es así como las características de la actividad cardíaca de cada instante juegan un gran papel -entre otras muchas cosas- en la percepción de la propia identidad (idea del “yo”, en la que interviene crucialmente también una pequeña estructura llamada “ínsula”) ; la percepción general y la atención. Por otro lado, se han descubierto aspectos realmente sorprendentes tales como la sincronización cardíaca entre personas, mayor cuanto más vínculo emocional y mayor cercanía física exista: así, se ha visto cómo la mayor sincronización entre corazones se da entre madre e hijo-a. Es más: la sincronización cardíaca, no sólo ocurre entre personas que se conocen y/o que están muy cercanas físicamente, sino que se da también entre personas que no se conocen (las que viajan -por ejemplo- en un autobús, ya que el campo electromagnético del corazón es 5.000 veces más intenso que el del cerebro, lo que lo coloca como el más potente de todos los órganos del cuerpo). ¿No habríamos, pues, de “tener cuidado”, sabiendo que “vamos por ahí” expandiendo nuestras “vibraciones cardíacas”…?
Otro tipo de interacciones estudiadas por la reciente llamada “Neurociencia”, son las existentes entre el intestino y el cerebro. En el intestino, residen unos dos kilos de bacterias (unos 100 billones, de unas 500 a 1000 especies distintas : la “microbiota enteral”), cuya función es prevenir la colonización por otros microorganismos patógenos, ayudar a digerir los alimentos, producir vitaminas B y K que el organismo humano no es capaz de sintetizar y estimular el sistema inmune. Pero no “sólo” eso : en el intestino , principalmente en las células enterocromafínicas ubicadas en todo el tubo digestivo, se produce el 90% de la serotonina total, un neurotransmisor vital para el estado de ánimo, lo que da idea de su importancia para nuestra actividad emocional, vía sistema límbico especialmente. Por otro lado, el estado del aparato digestivo tiene también enorme importancia en los procesos de aprendizaje y la memoria : actividades que, en realidad, estamos realizando permanentemente. De todo ello se deduce la vital importancia de la dieta adecuada -como, por ej., la dieta mediterránea- para el mantenimiento equilibrado de la microbiota.
Dibujo científico de Santiago Ramón y Cajal: 1.Astrocitos (células del sistema nervioso central) del hipocampo (estructura del cerebro) de un hombre tres horas después de su muerte. 2. Anatomía del oído interno. 3.Dibujos de oligodendroglias, un tipo de células que recubren las fibras nerviosas. 4. Cálices de Held (por su parecido con al cáliz de las flores). Conexiones nerviosas grandes en el sistema auditivo. 5.Estructura neuronal del cerebro de un pichón. 6. Células nerviosas de la glía (células más pequeñas y numerosas que las neuronas, que las aíslan y las nutren). 7.Neuronas de Purkinje dañadas, en el cerebelo. 8. Inervación de la arteria carótida.
Fotos por cortesía de Fernando de Castro, pío De Río-HorTega y el Instituto Ramón y Cajal del CSIC.
Nos referiremos, para terminar -siquiera sea sucintamente- a las interacciones entre el sistema respiratorio -e incluso la postura corporal- y el cerebro : las características de la respiración, interaccionan estrechamente con procesos como la memoria, el aprendizaje y la experiencia emocional. En este sentido, se ha visto que la respiración nasal es -con mucha diferencia- la adecuada. Respecto a la postura, hay que decir que tiene una estrecha relación con el estado de ánimo y la percepción. Se ha comprobado -entre otras cosas- cómo, por “curioso” que pueda parecer, nuestra postura y/o gestos condicionan en buena parte nuestro estado de ánimo : independientemente de que el cerebro “propague” a nuestro cuerpo un estado anímico, también nuestro cuerpo (nuestra postura y/o nuestro gesto, aunque sea tomada “artificialmente”) induce al cerebro a adoptar un estado de ánimo determinado, de tal suerte que si -por ejemplo- estando alegres adoptamos una postura encogida y de cierta rigidez, nuestro cerebro interpretará que “es así como estamos” y activará una “red de tristeza” que nos hará sentir así ; o viceversa.
Nota : la intención de este breve escrito -además de ofrecer una información muy general- motivar a quienes sientan interés a obtener información más detallada sobre la interacción entre las diferentes partes del organismo, estrechamente interrelacionadas.
Luis P. Molano.
02/05/2024
Luis Palomo Molano
Breve semblanza.
Luis Palomo Molano. Nací en Plasencia (Cáceres), estudié Psicología en la Universidad Autónoma de Madrid y me especialicé en Psicología Clínica en la E. de Psicología y Psicotecnia de la Universidad Complutense de Madrid.
Muy interesado en la temática psicosocial -dada la estrecha relación entre lo individual y lo social- y las desigualdades, realicé un Máster de Gerencia de Servicios Sociales en la Universidad de Extremadura de dos cursos académicos, además de otra variada formación en el mismo ámbito.
Mi actividad laboral ha sido diversa : deficiencia mental en INSERSO (hoy, competencias ya transferidas a las comunidades autónomas) ; marginación social, en CÁRITAS, ALDEAS INFANTILES SOS (en la Aldea del barrio tinerfeño de El Tablero), etc. ; dirección de programas formativos y laborales de Atención Sociosanitaria a personas dependientes en el ámbito privado e institucional, Inadaptación de Menores, etc. ; Psicología Clínica, etc. Mi principal ámbito laboral, ha sido el de los Servicios Sociales, particularmente en programas de Familia e Infancia y en Dependencia.
Durante un tiempo, colaboré con los diarios regionales “Hoy” y “Extremadura”, como articulista sobre temas básicamente profesionales, referidos -en general- a la Comunidad Autónoma Extremeña.
Luis. 11/10/2022
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