Marie Josèphe Rose Tascher de la Pagorie   nació en 1763 en Martinica, perteneciente a las Antillas Menores. Un antepasado suyo había sido el primero en establecer una colonia francesa en la isla. Su familia poseía 500 hectáreas de tierra y numerosos esclavos. Eran ricos. Se educó en un colegio de monjas.

Una tía, que vivía en París con un aristócrata, quiso casar a una hermana de Marie con el hijo de su marido, pero la chica murió de tuberculosis. En su lugar, su familia decidió enviar a otra hermana de 11 años, pero la niña enfermó y no pudo viajar. Para no perder la oportunidad que ofrecía este matrimonio, los padres de Marie, decidieron enviarla a ella. Unos años antes, en 1776, un huracán arrasó la isla y destruyó gran parte de las propiedades de la familia de Marie. Su padre, que era ludópata, acabó de arruinar a la familia.

El matrimonio de Marie con Alejandro de Beauharnais,  vizconde, era la solución a los problemas económicos familiares. Ella tenía 17 años y él 20.

El matrimonio tuvo dos hijos y se divorciaron en 1783, cuando Marie tenía 24 años. Él pasó, la mayor parte de los siete años casado, viajando, solo vio a su mujer durante unos meses. La despreciaba por su falta de educación y por no saber escribir.

Alejandro de Beauharnais se veía con muchas mujeres, pero cuando su segundo hijo nació prematuramente, concluyó que eso había sido por alguna infidelidad de su mujer. Interrogó a sus conocidos para saber con quién había sido. No encontró pruebas fehacientes, pero al volver a su casa, se divorció de ella y la ingresó, junto a su hijo y su hija, en una abadía donde encerraban a mujeres como ella. Marie pasó penalidades, dado que él dejó de pasarle la mensualidad acordada. Además, sacó al niño de la abadía para que no estuviese rodeado solo de mujeres.

Marie era una mujer con un color exótico, con el cabello castaño, ojos marrones, esbelta, con curvas y la boca siempre cerrada: trataba de ocultar sus dientes negros y con caries, gastados de tanto comer y chupar caña de azúcar.

 En 1791, estando Marie en la casa familiar de Martinica, vivió la revolución de los esclavos.  Francia también produjo su revolución por las mismas fechas.

 En 1794, a su primer marido lo ejecutaron cortándole el cuello en la guillotina. A ella la arrestaron y la encerraron por sus vínculos contrarrevolucionarios; a punto estuvieron también de ejecutarla. De los 600 presos y presas que había cuando la ingresaron a ella, al soltarla solo quedaban 200.

A los 33 años, dos años después de salir de la cárcel, conoció y acabó casándose con Napoleón, de 27 años (en la película Napoleón, Joaquin Phoenix  parece que tenga 40). A este le gustaban las mujeres mayores, que además de dejarse joder le hicieran de madre: antes de casarse propuso matrimonio a otra mujer viuda que le doblaba la edad. Él dijo: “la naturaleza destinó a las mujeres a servirnos”.

 Ella mantuvo relaciones con otros hombres, que enfermaron de celos al emperador francés, encoñado con ella.

Su porte no era el de una dama, se conducía con costumbres aprendidas en su juventud en Martinica. Llamaba la atención por ser diferente, por ser atractiva y por su carácter.

Su primer marido la apuntó, para intentar domesticarla, a clases de ética y escritura.

 La falta de un heredero quebró la entente entre Napoleón y Josefina. “Las mujeres no son más que máquinas de producir hijos”, había dicho y, su mujer, intentaba llevarle la contraria.

 Napoleón no era un mujeriego al uso, tuvo pocas amantes, pero traicionó a Josefina varias veces: en una de ellas, lo pilló en una situación incómoda con una criada.

 En 1810, se divorciaron. Él ya había tenido dos hijos con otras amantes y se convenció de que el problema era ella.

 Josefina se retiró a un castillo de su propiedad. Se dedicó al cultivo de flores y rosas. Derrochó todo lo que pudo y más de lo que tenía, que era bastante.

 Después de la abdicación de Napoleón, Josefina se ganó la protección del emperador Alejandro I de Rusia.

 Murió de un resfriado mal curado.

 “Conviene que las mujeres no pinten nada en mi corte” había dicho Napoleón, que al enterarse de la muerte de Josefina manifestó: “La quise, pero no la respeté”.

desiree
entrevue de napoleon et du pape
los duelistas

Esta es una historia fascinante para llevar al cine. Pero no. Todos prefieren el punto de vista de Napoleón: arqueólogo (por lo de las mujeres mayores, incluidas las momias egipcias), temerario, sicopático, militar, engreído, criminal y machirulo, una joya.

 Se han rodado más de 30 películas sobre Napoleón o sobre Napoleón y Josefina. Incluso el magnífico Stanley Kubrick se quedó con las ganas de rodar una.

Marlon Brando rodó Desiree, en 1954.

La primera vez que salió Napoleón en el cine fue en 1897: “Entrevue de Napoleón et du Pope”.

En 1909 se rodó: Napoleón and the Empress Josephine.

Ridley Scott , en 1977, ya había filmado Los Duelistas. No contento, este año acaba de estrenarse su segunda película sobre Napoleón.

Lo primero que conviene decir es que Vanessa Kirby , actriz, se merienda en la pantalla a Joaquin Phoenix, actor. No me extrañaría que le dieran el Oscar; a pesar de que su dentadura es blanca y perfecta y la de la Josefina real era negra y con caries, cosas del cine y de la falta de rigor.

Otra cosa asombrosa es que la invasión de España y la derrota de las tropas napoleónicas no aparece ni por asomo en el relato. Hasta cierto punto es lógico. Ridley Scott es inglés, con 85 años y ejerce de Sir. Introducir la guerra en España no le encajaba en su relato: fueron los ingleses los que acabaron y humillaron a Napoleón. Para ello no tiene inconveniente en inventarse una escena, que nunca se produjo en la historia real, en la que el Duque de Wellington destierra a Napoleón en Santa Elena, después de vencerlo y, a punto, de atravesarle el cráneo de un disparo. En este sentido es aleccionador el resumen final de víctimas de Napoleón: una patadita en la moral de los franceses.

napoleón 2023

Por lo demás, la película seguramente será muy atractiva para los amantes de las batallas. Hay unas cuantas, rodadas con muchos medios, mucha técnica y escenas espectaculares, como la del hielo (no digo más por los que puedan estar interesados en verla).

Se han dicho tantas cosas y filmado tantas películas sobre Napoleón que resulta complicado sorprender al espectador. Es inexcusable y urgente que alguien haga una película y nos cuente la historia desde el punto de vista de Josefina: puede dar incluso para una serie.

 La película me dejó indiferente. Ni fu ni fa. A mí no me van las batallas. Nada tengo que ver con la inquina entre franceses e ingleses, que es de lo que se trata en esta película.

 Yo prefiero a Josefina: exótica, derrochadora y explosiva.

 Por cierto, no sé cuántos conocerán a la “JOSEFINA” real de RIDLEY SCOTT

 Nació en 1955 en Costa Rica, hija de abogado y político.

 A comienzos de los años 80 comenzó una aventura con Phillipe Junot, que arruinó la relación de este con Carolina de Mónaco. Poco después, conoció a Julio Iglesias con el que tuvo un idilio. Este le presentó a Miguel Bosé y se lió con él, durante cuatro años.

 En 2015, con 60 años, se casó con Ridley Scott, director de cine, con 77 años.

La primera película en la que trabajó con Ridley Scott fue White Squall . Desde entonces ha intervenido en casi todas las películas del director. En la última, Napoleón, es productora.

 Para finalizar, un comentario a propósito de la controversia que en algunos medios se desató al respecto de la falta a la verdad histórica por parte de Ridley Scott en esta película.

Una película no es buena ni mala por lo fiel que sea a la historia: se trata de cine. La película es buena o mala por la calidad cinematográfica del producto ofrecido.  Por la ambientación, por los diálogos, por las interpretaciones, por la música, por un guion trabajado, por la fotografía…, por todo aquello que hace que, en su conjunto, sea un espectáculo agradable ir a verla.

La verdad (si es que es posible atraparla), le corresponder decirla a los historiadores. Escritores de novelas o directores de cine hacemos ficción, con más o menos contexto histórico.

Jose Luis Vázquez

Jose Luis Vázquez

Escritor

Estudió Ciencias Económicas en la Universidad Central de Barcelona y cursó un máster en Dirección de Marketing en EADA.

Ha trabajado como directivo financiero y de logística en varias empresas de logística y alimentación.
Ha realizado numerosos viajes de aventura por los cinco continentes, ascendiendo montañas, conviviendo con tribus y cruzando ríos y mares.

Le encanta el cine, y los wésterns en particular.
Lector empedernido: novela, historia, ciencia y filosofía.
Cursó tres años de Narrativa y Novela en la prestigiosa Escola d’Escriptura del Ateneu de Barcelona.
Ha publicado dos libros: Clara y algo más, de cuentos, y La memoria en color, autobiográfico.
Barrabás el Sicario es su primera novela.

Entrevista

Luna de Flores

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